El día 30 de marzo se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar y de los Cuidados. Se celebra con motivo del aniversario del 1er Congreso Latinoamericano de Trabajadoras del Hogar que se celebró en Bogotá (Colombia) el 30 de marzo de 1988.
Desde entonces y hasta ahora, todavía son muchas las personas que en todo el mundo trabajan en este sector en condiciones de precariedad e, incluso semi esclavitud y sin protección social.
Según la OIT el trabajo doméstico se define como “el trabajo realizado en un hogar u hogares, o para los mismos” (Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189)). Por consiguiente, el trabajo doméstico se define en función del lugar de trabajo, que es el hogar privado. En términos generales, los trabajadores domésticos prestan cuidados personales y cuidan del hogar. Las ocupaciones y tareas consideradas trabajo doméstico varían de un país a otro: cocinar, limpiar, cuidar de niños, personas de edad y personas con discapacidades, ocuparse del jardín o de mascotas, o conducir el automóvil familiar. Los trabajadores domésticos pueden trabajar a tiempo parcial, a tiempo completo o por horas, y pueden residir en el hogar para el que trabajan o fuera de él.
De acuerdo con esta definición la OIT estima que en el mundo hay al menos 67 millones de personas domésticas mayores de 15 años que trabajan en los hogares, de las cuáles el 80% (55 millones) son mujeres. Calcula que el 17% de esos 67 millones son migrantes, aunque dicho porcentaje varía por países. Por ejemplo en España se estima que el 55% de las trabajadoras del hogar y los cuidados son inmigrantes y/o nacidas en el extranjero.
Como informa la OIT pese a sus contribuciones a los hogares y las economías nacionales, el trabajo doméstico se sitúa en el extremo inferior de los trabajadores de la economía del cuidado, ya que las jornadas de trabajo son muy largas y los salarios muy bajos. Estas condiciones se derivan en parte de la exclusión de los trabajadores domésticos de los derechos laborales y sociales en muchos países (...) Aun en los casos en que están cubiertos por la legislación, los trabajadores domésticos se enfrentan a graves déficits de trabajo decente debido a los altos niveles de incumplimiento, fomentados en parte por los altos niveles de informalidad, la situación migratoria y el bajo nivel de organización colectiva.
El trabajo doméstico abre oportunidades y retos ante el avance hacia el trabajo decente para todos y todas marcado en la Agenda 2030. En España, las empleadas del hogar son el único colectivo laboral que carece de protección en situación de desempleo y tampoco están incluidas en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Queda pendiente ratificar el Convenio 189 y la recomendación 201.
La crisis sanitaria y las medidas adoptadas con motivo del Real Decreto de Estado de Alarma han sacado a relucir las dificultades y las condiciones laborales en que las trabajadoras del hogar desarrollan su trabajo y el riesgo de vulnerabilidad que de ello se deriva: inseguridad laboral, sin subsidio, jornadas eternas (especialmente para las internas), bajos ingresos, riesgo de infección, ausencia de contrato, ... Frente a esto, ellas mismas plantean:
"Si los cuidados son trabajos esenciales, los derechos de las Trabajadoras De Hogar y Cuidados también"