Consecuencias de la Globalización en el mundo laboral


Cuatro grandes brechas se dan en cuanto al TRABAJO DECENTE en el mundo, según indica la OIT:

La brecha del empleo

Hay 180 millones de personas visiblemente desempleadas en el mundo. Detrás de esta estadística escueta y fría hay un mar de miseria humana y de potencial desperdiciado. Esta cifra global no traduce la verdadera magnitud de la tragedia de la cual son víctimas familias enteras.

Si consideramos las personas subempleadas, la cifra se dispara a por lo menos mil millones. De cada 100 trabajadores y trabajadoras de todo el mundo, seis están totalmente desempleados de acuerdo con la definición oficial de la OIT, y otros 16 no pueden ganar lo suficiente para que su familia pueda superar el umbral mínimo de pobreza de un dólar por día y por persona. Estos últimos son los más pobres entre los trabajadores y trabajadoras pobres. Muchos otros trabajan largas jornadas con poca productividad, tienen empleos ocasionales o precarios, o quedan excluidos de la fuerza de trabajo sin que se los contabilice como desempleados.

Todos los países, desarrollados y en desarrollo, tienen sus trabajadores y trabajadoras pobres. En Suiza, entran en esta categoría 250.000 trabajadores y trabajadoras. La magnitud del problema es asombrosa. Según el Informe sobre el Empleo en el Mundo de este año, se calcula que se necesitarán 500 millones de nuevos empleos en los próximos diez años tan sólo para absorber los nuevos ingresos en el mercado de trabajo e influir algo en el desempleo.

La brecha de los derechos

La denegación del derecho a la libertad sindical y de asociación y la incidencia del trabajo forzoso y del trabajo infantil y la discriminación siguen afectando al mundo de hoy. Hay 168 millones de niños y niñas que trabajan en todo el mundo. Por otra parte, las investigaciones en curso en el Instituto Internacional de Estudios Laborales indican que aproximadamente dos países de cada cinco tienen serios o graves problemas en relación con la libertad sindical.

La brecha de la protección

Tan sólo un 20 por ciento de los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo estén amparados por una protección social realmente adecuada. Mientras tanto, 3.000 personas mueren cada día como consecuencia de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales.

Los rápidos cambios de la economía globalizada, que engendran presiones competitivas cada vez mayores y reducen la seguridad del empleo, han creado nuevas incertidumbres en el mundo del trabajo. Y esto tiene diversos efectos secundarios negativos. En los sectores de bajos ingresos, por ejemplo, puede poner en peligro la seguridad de los ingresos básicos. En los sectores de ingresos más altos, se observa con frecuencia un aumento de la ansiedad, la depresión y el agotamiento en el lugar de trabajo. Actualmente, se pierden en los Estados Unidos 200 millones de días de trabajo por año como resultado de depresiones relacionadas con el trabajo.

La seguridad básica para todos en diferentes contextos de desarrollo es fundamental tanto para la justicia social como para el dinamismo económico, y resulta esencial para que la gente pueda utilizar al máximo sus capacidades.

La brecha del diálogo social

Hay un «déficit de representación» en el mundo del trabajo, debido a que, con frecuencia y por diversas razones, los trabajadores y trabajadoras y los empleadores no se han organizado para hacer oír su voz.

Los trabajadores y trabajadoras agrícolas, domésticas, del sector público y las personas migrantes se enfrentan a menudo con obstáculos específicos a la libertad sindical. También se impide el diálogo social en las zonas francas industriales (ZFI), en las que trabajan unos 27 millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo.

En todas partes, los trabajadores y trabajadoras y empleadores de la economía informal están excluidos del diálogo tripartito, o bien tienen una representación insuficiente en el mismo. Incluso cuando están organizados, la falta de mecanismos institucionales puede impedir igualmente el diálogo.

En los períodos buenos, la organización no parece necesaria; en los períodos malos, se la echa mucho de menos. En otras palabras, la cultura del diálogo está extendida de manera desigual a lo largo y ancho del mundo.

No podemos olvidar además, que estas cuatro brechas, están atravesadas por la brecha de género.